promocion58, La Salle

Recordando a Rolando Delagneau

      Mantengo viva la memoria, viejo amigo, de aquellos días de nuestra infancia cuando esperabamos al pie de la entrada principal del Barbero de Sevilla, allá sobre la Quince de Septiembre, el bus numero cinco que nos llevaba al Pedagógico de la vieja Managua. Eran aquellos días cálidos de mi bella Managua del 69 y 70 cuando tu ferreteria estaba a la media cuadra a la vuelta de la esquina y todavia no te movías a tu casa nueva por el Dorado. Nos deleitabas a todos los presentes con tu animosos relatos de tu serie favorita "Combate" que apenas habias visto la noche anterior.

      Años más tarde, recuerdo el desafiante tronar del escape de tu mini-moto cuando intrépidamente incursionabas las calles por el Cabrera venciendo todas las leyes de la fisica y la estética. Recuerdo tambien las noches que nos reuníamos en tu casa a prepararnos para los exámenes de fisica o matemática, allá en el 77, cuando nos sorprendía los rayos del nuevo dia tadavía con los “Paper Mates” garabateando sobre papeles. 

      Te  acuerdas aquella tarde, cuando regresabamos del Camino de Oriente, que nos quedamos en tu camioneta al pie de tu casa conversando por horas de lo mejor que podiamos hacer para tener exito en la vida; mira que los dos seríamos médicos. Tambien hablamos del mundo, y de quienes podrian ser nuestras esposas y hasta queridas. Y ya vez, no pudimos cambiar la decisión del Supremo y aunque todo eso se fue como polvo al viento, aquí esta muy presente en mis recuerdos.

      Cuando en aquella llamada en conferencia cuando El Enrique, Raúl, Payo y un servidor apelabamos a tu presencia en la que iba a ser nuestra primera reunión en el Novillo ya nos contabas de Kuwait y el “nos vemos” pronunciado al colgar del teléfono fue el ultimo que se dió entre nosotros. Aquella noche de Febrero en el 91, cuando recibí la llamada de San Francisco con la noticia de tu muerte en Kuwait, llore sin pena como solo a un hermano que se pierde se le llora.

      En tu memoria Rolando, quiero dedicar esta página; insípida literariamente muchos diran, pero con un gran contenido humano para alguien a quien yo siempre considerare un gran amigo.

Jorge J. Ramirez (Julio, 2003)

Raul Herrera y Rolando Delagneau en Houston, Texas.